En general, la práctica de yoga es de por sí terapéutica.
La ejercitación del cuerpo con la filosofía que plantea el yoga tradicional y la meditación como práctica habitual, junto a las herramientas antes descritas suponen una vía muy efectiva hacia el equilibrio físico y la armonización mental.
Aún así, existen diferencias significativas entre la práctica de Hatha Yoga tradicional y el Yoga Terapéutico.
Las clases pueden ser más suaves y menos exigentes que una clase de Hatha yoga pública y puede haber más énfasis en la práctica de la relajación, meditación y visualización ya que es sabido que la relajación en sí ya es terapéutica.
Los grupos son reducidos y cada alumno es entrevistado personalmente para ir conociendo su estado físico y emocional, haciendo las valoraciones pertinentes a nivel postural y respiratorio.
El Yoga Terapéutico no está hecho para que el profesor haga el ¨trabajo¨ por el alumno, es decir, el profesor no ¨sana¨ al alumno. Es la responsabilidad del alumno incorporar los hábitos adecuados
en el día a día y practicar regularmente prestando atención a su alineamiento físico en las posturas de yoga y a su respiración.
Es crucial que el alumno no se identifique con su lesión y se prepare a sí mismo para un estado físico y emocional libre y dichoso. Además, el alumno tiene que estar abierto a la opción de que su condición física mejore.
La práctica del Yoga Terapéutico también trata nuestras dolencias, sobre todo a través del desarrollo de una conciencia despierta, y se apoya en la premisa de que el cuerpo tiene abundantes recursos y está dotado con una capacidad plena para la autorregulación y autoequilibrio. Sólo hay que tocar las “teclas” adecuadas para estimular dicha autorregulación. La práctica de Yoga Terapéutico supone también una potente herramienta preventiva (no sólo terapéutica), tanto desde el punto de vista físico como psicológico.
Siendo necesario comprender que nuestra salud depende de nosotros mismos, de nuestros hábitos diarios tales como postura corporal, el tipo de movimientos que realizamos, dieta, relaciones personales y relación con las dinámicas mentales (estrés, nerviosismo, tristeza, rabia etc.); tomamos plena responsabilidad en el proceso de curación. Entendemos que no podemos seguir con las mismas tendencias y hábitos y esperar a que el dolor desaparezca. Los verdaderos cambios ocurren cuando vemos al cuerpo como un organismo unido e interrelacionado, donde nuestros pensamientos, palabras y acciones juegan un papel crucial en nuestro bienestar.
Fuente de información: Asociación Española de Yoga Terapéutico
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